“Se debe animar y enseñar a los jóvenes a observar, a hacer preguntas cuando ocurren hechos inesperados”. Esa es la receta que tiene Patsy O. Sherman, una química de 3M e inventora de la tela repelente de manchas de esa compañía, respecto de cómo ayudar a ser innovador.
Esa y otras frases se escucharon la semana pasada en Washington, Estados Unidos, cuando en un acto de celebración de los 200 años de la Oficina de Marcas y Patentes, se juntó a 37 afamados inventores, a conversar sobre cómo innovar.
En ese país se da mucha importancia al tema, puesto que se calcula que el 52 por ciento del crecimiento del país desde la segunda Guerra Mundial está basado en los inventos que se han llevado al mercado, desde la fibra óptica hasta los computadores, pasando por mucho más. De hecho, la Oficina de cumpleaños dio a conocer que cada año se reciben 325 mil peticiones de patentes y de ellas se concede la mitad.
Y, si bien se solicitó al Estado ofrecer más apoyo a quienes inventan e innovan, también los inventores reunidos coincidieron en su receta: se debe tratar que los niños vean el mundo de manera diferente. Se los debe estimular a ser curiosos.
Steve Wozniak, el inventor de los computadores Macintosh lo planteó así: “Todo comienza con nuestros niños. Ellos deben creer que pueden hacer este tipo de cosas y que no se trata sólo de algo que las grandes compañías pueden hacer. Los niños de hoy escuchan más de las compañías que inventan cosas, no de las personas”.
Por su parte, el Dr. James E. West que inventó la tecnología que se usa hoy en el 90 por ciento de los micrófonos, añadió que “Inventar es un arte. Nuestras herramientas no son los pinceles, telas y pinturas. Nuestras herramientas son las matemáticas y la física y tenemos que enseñar a los niños a usarlas. Y eso demuestra el rol que deben ocupar los maestros para animarlos y guiarlos”.
Finalmente, el Dr. Donald Keck, co inventor de la fibra óptica manifestó que “siempre estamos en el comienzo de la invención y la innovación”. Es decir, por mucho que el mundo avance, siempre hay espacio para hacer mucho más.
En Chile
La pregunta que viene, siempre que se escucha a este tipo de inventores geniales de otros lugares del mundo, tiene que ver con la capacidad de los chilenos para inventar.
La respuesta llegó hace muy poco con motivo de la IV Feria de Inventos que se llevó a cabo a mediados de septiembre en la Estación Mapocho de Santiago. Su director, Luis Andrade, comentó que “definitivamente, somos un país de creadores, ya que recibimos alrededor de 234 inventos, de los cuales clasificaron 170, distribuidos en 19 áreas económicas, como agricultura y acuicultura, uso doméstico y salud. Estos fueron escogidos por tener una oportunidad de ser comercializables”. Y los inventores venían de todos los estratos sociales, oficios y profesiones e incluso edades: de 18 a 80 años de edad.
Durante la feria se vieron cosas realmente geniales, desde los calcetines desechables hasta un filtro nasal para gases contaminantes, pasando por otros como conectores para tubos fluorescentes y el porta diarios urbano que serán fabricados para ser comercializados.
Es decir, los chilenos tenemos lo necesario. Probablemente hay que pensar en grande y que exista apoyo para hacerlo. Porque si ocurre tal como lo muestra la experiencia de Estados Unidos, la creatividad sí paga. Sólo hay que darle la oportunidad.
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