Como en estos días estoy justo en el cierre de un semestre y el comienzo de otro, estoy en la etapa del año en que tengo mucha fé en el futuro. Claro que no en el futuro en general -que de hecho, normalmente la tengo-, sino que en el referido al oficio de hacer sitios web, que es mi campo particular de trabajo.
Cuando comienzo el año de clases normalmente me enfrente a grupos de alumnos interesados en aprender cómo se hace un sitio web: metodologías, herramientas, formas de trabajo, experiencias y todo lo que les permita enfrentar proyectos de este tipo.
Quienes trabajamos, enseñamos y/o escribimos habitualmente acerca temas como arquitectura de información y experiencia de usuario, tenemos entonces la ardua tarea de explicar que un espacio digital se construye en torno a los requerimientos del cliente, pero atendiendo las necesidades del usuario. Por lo mismo, lo primero es entender el contexto, luego determinar quién es el usuario y finalmente elaborar el contenido que les haga sentido a ambos.
Por lo mismo, la peor solución es la que comienza con la discusión acerca del diseño, la elección de la tecnología (antes era ¿con Flash o no? y hoy es ¿con carrusel de fotos?) o la definición sobre el tamaño y colorido de las fotos. Todo eso es accesorio y viene al final. Lo primero siempre debe ser el usuario.
Como algunos de ustedes recordarán (a los demás se los cuento), yo escribí hace ya un par de años un libro acerca de gestión de contenidos digitales, en el que planteaba algo que sigue igual de válido: las personas que acceden a un sitio web no tienen paciencia. Quieren obtener lo que buscan en el menor tiempo posible y si no lo hacen, pues se devuelven por donde vinieron o escriben algo en la barra de direcciones y siguen su camino.
Entonces, como decía antes, en esta época en que terminan los cursos semestrales puedo ver cómo mis alumnos salen con un nuevo credo al mercado: salen a entender a los usuarios y a persuadir a los clientes que si se consigue eso, pues la mitad del trabajo está lista. Incluso antes de comenzarlo. La imagen, la tecnología y todo lo demás, siempre dependerá de esta definición inicial.
La receta
Entonces y sin ánimo de dictar una clase de un semestre en cinco líneas, dejo anotados los pasos para desarrollar sitios web. Todo esto basado en las metodologías aprendidas de Garrett y con la ayuda de Rosenfeld y Morville. Y un poco de Nielsen y Krug. Sin dejar de lado a Young y un par de otros autores que van perfilando las novedades de este campo de estudios.
¿Cuáles serían esos pasos? Acá van:
- Entender para qué se construye el objeto digital, qué se quiere conseguir con él. Si se logra saber el objetivo (y estar en Internet o lucir tecnología no califican como objetivos), se habrá avanzado una enormidad.
- Comprender quién es el usuario y qué necesita, con el objetivo de poner énfasis en eso. Hay que recordar que el sitio web es para esa audiencia y no para la compañía u organización que lo necesita. La foto del jefe puede incluirse, pero dejarla en la portada es un tributo a la empresa y le importa poco (o nada) a los clientes. La palabra es jerarquía: lo importante para el cliente final va primero y destacado.
- Definir qué contenido se requiere y cómo será usado, es el paso siguiente ya que eso deternmina qué incluir y qué funcionalidades debe tener. Por ejemplo, si lo que vamos a ofrecer se usa en la calle y por un usuario apurado, hay que hacer una solución para móviles muy simple; si por el contrario es para el escritorio y con tiempo, la solución es diferente.
- Organizar el contenido de manera simple y entendible, para que el usuario que llegue a él lo mire y logre entender no sólo lo que ve sino también lo que hay en el interior de las secciones y espacios que se ofrecen. Lo que es escribe debe ser para consumo rápido (nadie lee mucho en una pantalla de este tipo), dejando elementos para “llevar” vía descargables, redes sociales, etc.
- El paso que viene es diseñar una experiencia interesante para el usuario, de tal manera que no sólo cumpla el objetivo que lo trajo a visitar el sitio web, sino que además sea efectivo y lo impulse a hablar del espacio digital con otros. Nada mejor que un cliente hablando bien de nuestros productos.
- Finalmente llega el diseño visual, que permite hablar en el lenguaje del diseño gráfico y contar lo que se desee. Pero como se ve, es la consecuencia de los pasos anteriores y no se limita a una idea inicial, sino que ayuda a cumplir las metas que se van forjando gracias al uso de esta metodología.
Obviamente hay mucho más, pero creo que lo anterior es lo que hace la diferencia. Y los alumnos que pasan por estas clases, cambian la mirada y hacen que uno tenga fe en el futuro.
Bueno y además aprenden que una página web es individual y un sitio web es un conjunto de páginas. Saber usar ambos términos cuando corresponde, muestra la diferencia entre el que sabe y el que necesita aprender.
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