Esta semana estoy evaluando los trabajos finales del Diplomado de Arquitectura de Información y Experiencia de Usuario, que con un grupo de amigos hacemos cada año en la Universidad del Pacífico de Chile.
Como parte del mismo, le pedimos a los alumnos que desarrollen un proyecto a lo largo de los cursos, que consiste en generar una solución digital para un problema que ellos mismos se deben plantear. Puede ser un sitio web, una aplicación móvil, una parte de una Intranet… lo que les parezca más interesante.
Como estamos al término del curso, puedo ya sacar algunas cosas en limpio, que dejo acá anotadas, para efectos de tenerlas como ayuda de memoria. Porque si la semana pasada hablé acerca de cómo desarrollar un sitio web, me parece que lo dicho se complementa con esto: un proyecto exitoso es el que jerarquiza y agrega valor.
Aunque suene obvio, para que un proyecto funcione debe hacer una sola cosa y hacerla bien. Pero esa “cosa” debe ser una que le ofrezca un valor a quien viene a visitarla, ya que de lo contrario no tendrá razones para hacerlo.
A la luz de los proyectos que he revisado en el semestre, creo que lo que enfaticé habitualmente a mis alumnos buscaba ambos efectos. Por ejemplo, en el problema de la jerarquía nos encontramos siempre con la necesidad de atender a muchos públicos (“este sitio es para todos los clientes”) y tener todos los contenidos que estaban disponibles. Al contrario, mi consejo fue, elige al público que te genere el mayor valor y ofrécele lo que necesita: es decir, jerarquiza en ambos aspectos. Uno antes que los otros.
Esto no significa que no haya que atenderlos a todos ni que se ofrezca todo el contenido que se pueda. Sólo significa que hay que resolver por partes y claramente, partir por lo relevante.
Agregar valor
En el segundo aspecto, relativo al valor, creo que ya aparece como algo natural la idea en la que he trabajado desde hace mucho tiempo de que un espacio digital debe ser uno donde se “hacen” cosas y donde “pasan” cosas. Vale decir, no es sólo el lugar donde se informa y nada más. Para que un proyecto se destaque, tiene que permitir que el usuario “use” lo que está viendo, en el más amplio sentido de la palabra.
Entonces, un proyecto web al que le va bien es el que permite al usuario transformar la información que tiene ante sus ojos, en una acción o actividad concreta, que el propio sitio le ayuda a desarrollar mediante sus herramientas. De allí, que la pregunta de “qué hace este sitio” sea la más relevante a la hora de evaluarlo. Y una respuesta mala es: este sitio informa acerca de tal o cual cosa (por algo a muchos diarios digitales les va como les va).
Los sitios deben ser “pensados” desde la experiencia del usuario, de lo que el visitante va a hacer y obtener, de lo que va a compartir durante y después de la visita y de las acciones que va a desencadenar a partir de ella. Si eso no ocurre, claramente se pierde una oportunidad valiosa.
Por lo tanto, la tarea para la casa es ésta: analiza si tu sitio genera acciones y es una de las claves del negocio o actividad en la que participas. Si lo hace, ¿puede aumentar? Y si no lo hace, ¿puede mejorar?
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