Tengo tres hijos adolescentes, usuarios de Internet desde hace 10 años y activos buscadores y usuarios de información online. Dos de ellos, por ejemplo, leyeron el último Harry Potter vía la traducción de los blogs. Tienen además mucha vida offline, lo que me deja contento y tranquilo, además.
Este fin de semana largo estuvimos hablando de televisión, de ver televisión más precisamente. Me estuvieron contando de un programa de humor y comenzamos a hacer planes para verlo juntos. E incluso, se nos ocurrió la idea de un software que sea un agregador de videos en el que se pueda hacer una lista de favoritos de varios sitios, que permita armar un programa que tenga videos de diversas fuentes y que pueda ser visto, sin necesidad de ir a un sitio determinado (¿alguien conoce alguno que haga eso?).
La novedad es que nunca hablamos de juntarnos frente al televisor ni menos de a qué hora por qué canal se transmitía el programa. Toda la conversación daba por hecho de que hablábamos de ver una selección de videos en YouTube y que la hora de juntarnos era el momento en que todos tuviéramos tiempo y no la hora en que daban el programa (dato, por lo demás, absolutamente innecesario).
Tal como en los medios escritos, en los audiovisuales la forma de consumo ya cambió, aunque los medios tradicionales no se hayan dado cuenta. Buen tiempo para investigar y ponerse a trabajar en este nuevo paradigma.
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