Tengo suficientes años de computación en el cuerpo (o sea, como 20) como para recordar piezas de hardware y software que han aparecido para revolucionar el mercado y tras ser un éxito inicial, se han ido sin pena ni gloria. Aunque preferiría no nombrarlas, para no crear falsas polémicas con sus seguidores –porque los ingenios computacionales generan ardientes adicciones- vamos a centrar nuestra revisión histórica en un caso en particular: Newton.
Este fue un producto increíble de Apple Computers, que ellos decidieron no seguir fabricando. Era una pantalla de cristal líquido que hacía todo lo que una PDA (Palm o Pocket PC) puede hacer hoy, pero hace casi 10 años. Incluso conectarse en red y leer letra manuscrita. Pero Apple decidió en 1998 no seguir haciendo ese aparato, y lo olvidó. De hecho, si uno hace una búsqueda en su sitio con la palabra “newton”, no se encuentra nada de nada. No obstante, esa compañía mantiene los derechos sobre la marca. Como prueba, vean a dónde llega la dirección www.newton.com.
A qué viene mi recuerdo de Newton. Pues a que por estos días Microsoft y Bill Gates han comenzado a empujar una versión más moderna de Newton, sin nombrarlo por supuesto.
Le llaman el “Tablet PC” y lo presentan como gran novedad, anunciando que desde ahora la computación sí será fácil, porque bastará escribir en una pantalla para que el sistema reconozca lo que uno hace. No más teclado. No más cables. No más inmovilidad ya que se conecta a todo por vía inalámbrica. Es decir, tal como una PDA aunque como tiene una pantalla más grande, es más fácil de leer y usar.
Ahora, yo no soy el primero en notar que Tablet PC y Newrton son lo mismo. Hace algunas semanas, algunos periodistas españoles le preguntaron al jefe máximo de Apple, Steve Jobs, su opinión sobre este nuevo sistema de Microsoft.
Fue lapidario: “No será un éxito, de eso estoy seguro. ¿Usted cuántos correos electrónicos recibe al día? ¿Cien? ¿Y contestaría a todos ellos a mano en una especie de pizarra electrónica, para que luego ésta transcribiera su escritura manual a electrónica, luego lo leyese y corrigiese los errores para después mandar el mensaje? Estos aparatos tienen que tener un teclado, siempre, y el Tablet PC no lo tiene. Será un fracaso”. Esas fueron las palabras de Jobs, a quien amablemente no le recordaron que fue él mismo quien tras volver a Apple decidió terminar con Newton. De hecho, en ese febrero del 98 hubo una marcha en su contra en los estacionamientos de la compañía, por ese motivo. A los manifestantes los atendieron bien, con bebidas y galletas (mal que mal, eran clientes de Apple). Pero Jobs mantuvo la decisión de terminar con Newton.
Jobs es muy claro en su crítica. Es decir, él se refiere a la capacidad de “ser usados” que tienen algunos objetos. Es decir, cuando los aparatos están bien diseñados y sacan de apuros, mejorando la eficiencia personal, uno los busca y los transforma en objetos de su vida diaria. Los adopta. Pero hay otros, que simplemente los admira, pero no los usa. Como el Newton. Y, según Jobs, el Tablet PC.
Es interesante llegar a descubrir por qué hay cosas que se convierten en un éxito, mientras otras que incluso pueden tener mejores atributos, sólo conocen el camino de salida. Es natural considerar que los primeros lo consiguen porque conquistan al usuario y no sólo porque tienen detrás una gran maquinaria de marketing. Pero también hay que considerar que llegan a ese lugar de privilegio, porque quienes los diseñan están atentos a responder lo que los usuarios ni siquiera imaginan que necesitan, pero que a través de la aparición de estos productos, descubren que estaban esperando.
Todos los productos nacen con esa ilusión. Pero está claro. Pocos la cumplen. Y ahora, el desarrollo de la computación personal nos da una oportunidad para ver qué va a pasar. Como dije en otra columna, hay que sentarse y esperar.
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