Desde hace un tiempo largo he estado leyendo y escribiendo acerca de algo que en los últimos meses está comenzando a ocurrir.
Se trata de que para desarrollar aplicaciones computacionales necesitamos dos elementos básicos: hardware y software. Con la llegada de Internet, a este par se agregó esa red.
Con el paso del tiempo, al intentar que las aplicaciones fueran más rápidas y aceptaran más desafíos (más usuarios, más datos, etc.) se descubrió la necesidad de que mayor potencia para el manejo de datos, lo que se resolvió mediante grupos de máquinas que resolvieran la tarea. Con ello apareció el germen de lo que vemos hoy: granjas de computadores que permitían montar aplicaciones sobre ellas y de esa manera, facilitar la tarea a quienes no podían contar con esos dispositivos por temas de costos u otros similares.
Pero, y acá viene lo interesante, desde hace algunos meses ese tipo de infraestructura se ha comenzado a arrendar para que cualquiera pudiera emplear dicha potencia en sus proyectos.
Con esto no tardaron en aparecer voces para indicar que en el mundo ya sólo se necesitan unos pocos computadores para hacer caminar aplicaciones complejas; entre ellos, los de Google, Amazon, Sun, Akamai y algunos más. Incluso mañana hay un seminario vía web en el que Nick Carr presenta el tema de su libro “The Big Switch” referido a este tema, que pone a Google como el ejemplo de hasta dónde se puede llegar a través de su “cloud computing”.
El tema central es que hoy no se necesitan computadores personales enormes para procesar datos, sino que sólo máquinas que tengan un browser para acceder a Internet, ya que a través de la red se accede a todo y a todos. Claramente, muchas preguntas nacerán de este nuevo estado de las cosas, por temas de privacidad, autonomía, propiedad, etc.
Lo interesante es que vivimos en esta época y podremos ver cómo y hacia dónde evoluciona. Incluso ya hay quienes lo ven con algo de preocupación, como el propio Carr lo dijo a Wired ante la pregunta de si estas máquinas gigantes, hiperconectadas, no le recordaban a HAL, la computadora que se salió de control en la la película 2001, Odisea del Espacio. El responde:
Lo que más asusta de la visión de Stanley Kubrick no era que los computadores comenzaran a comportarse como humanos, sino que las personas comenzaran a actuar como computadores. Estamos comenzando a procesar información como si fuéramos nodos; todo está referido a la velocidad para ubicar y usar los datos. Estamos transfiriendo nuestra inteligencia a la máquina, y la máquina nos está transfiriendo su manera de pensar”.
¿Será hora de preocuparse?
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