No es raro que se acaben las aplicaciones web que son lanzadas por diferentes empresas, cuando los objetivos que persiguen no se cumplen.
De allí que el término de Google Reader anunciado en días pasados y debatido en todo el mundo (esta columna de E. Dans resume lo que siento) sea sólo parte del paisaje. No hay mucho que hacer al respecto, además de firmar peticiones en contra y buscar un reemplazo (dicen que Feedly va con ventaja).
Sin embargo, como les he contado a mis alumnos desde hace varios años, voy a extrañar a Google Reader porque como lo uso desde 2006, prácticamente lo transformé en una de mis aplicaciones de cabecera.
Al comienzo lo usé sólo como lector de blogs, sin embargo cuando aprendí sus capacidades de etiquetado comencé a trabajar en marcar los artículos que más me interesaban con mis propias etiquetas. Así lo conté en un post de 2007, cuando comencé a usar un widget que aún permanece en la portada de este sitio.
Ahora, lo interesante ocurrió cuando descubrí que por cada etiqueta era posible generar un RSS (archivo XML con la información de título, fecha, descripción y link) que podía ser entregado a otras aplicaciones, para construir otras piezas de información. Es decir, desde el Reader se generaban contenidos. Esto me sirivió para trabajar como curador de datos, tal como lo conté en un post de 2010.
E incluso cuando conocí ifttt.com ya pasé más allá y logré programar más cosas de manera simple. Así por ejemplo, cada vez que usaba una etiqueta en particular, se agregaba al RSS y ese sitio hacía una publicación en Linkedin a mi nombre.
La gracia de Google Reader entonces era su capacidad de generar contenidos en formatos interoperables (como el XML), para ser usados en otros lados, sin necesidad de estar promocionando a la marca. Si piensan en Twitter que sólo permite sacar tweets con “branding” o en Facebook que no deja sacar nada desde su plataforma, se entiende la utilidad de esto. Claro que es la utilidad para el usuario, no para la marca.
Para mí es un retroceso y lo genera la empresa que declaró que en sus principios que no haría esto. Por último que hubieran cobrado por el servicio: yo me haría cliente.
La señal aquí es la de no confiar en que lo que tienes va a durar permanentemente. Probablemente es el sino digital y habrá que vivir con él.
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