Twitter existe y hay gente que lo usa con entusiasmo, pese a que hasta ahora yo no le haya encontrado mucho sentido. Como tampoco le encontré a Second Life ni a los podcasts. Insisto en que no es porque no lo tengan… es que a mí no me hicieron click.
Twitter, que ha devenido en verbo a través de “twittear“, consiste en escribir usando el celular o cualquier otro medio digital, una frase que describa un momento, usando la menor cantidad de caracteres posibles. Originalmente eran 140 y debían usarse para responder a la pregunta “¿qué estas haciendo ahora?”.
Pese a mis reservas, he seguido investigando Twitter, gracias a que su aparición se ha asociado con los términos de nano-blogging o micro-blogging. Es decir, escribir impresiones rápidas sobre algo, en el mismo estilo en que se escribe un blog. Por ejemplo, Rodrigo escribe esta mañana:
“En el registro civil pidiendo hora para el matrimonio… Chan!”
¿Se irá a casar? ¿Y lo cuenta por acá? ¿Algo tan importante? Él mismo me ha contado que se ha aficionado a ir detallando lo que hace,y a ver lo que otros cuentas, gracias a los mensajes que le llegan a su celular. No es el único en Chile, aunque donde he visto que el fenómeno se mueve realmente es en Argentina. Hoy se lanzó un directorio de gente que usa el sistema, y el editor de una revista lo ha empleado para contar qué va haciendo durante el día de cierre de una edición. De hecho, él le encuentra varios usos interesantes. Incluso en “La Nación” tratan a los blogs de antiguos, debido a Twitter y ha dado que hablar en talleres de blogueros.
Pese a la evidencia, sigo mirando con escepticismo a Twitter. Por ahora, me parece mejor SMS desde el celular, ya que siempre mis mensajes rápidos son privados; es riesgoso escribir rápido y para muchos. No obstante, hay que darle tiempo, ya que adivino zonas en que le concedo mucha utilidad (por ejemplo, seguir los resultados de una reunión o una votación y publicar al mundo). Seguiré pensando, mejor porque la herramienta está. Ahora hay que adivinar para qué sirve más.
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