Confieso que veo mucha y poca televisión. Mucha en Internet: desde YouTube y TED hasta Cuevana. Poca, en las pantallas tradicionales.
Entonces, desde hace un tiempo ando pensando en qué hacer para balancear esto y devolver a la TV al lugar al que pertenece, es decir al aparato que es el más apropiado para verla, es decir el propio televisor. El problema no obstante, es doble: por un lado no cuenta con un sistema operativo que ayude a hacer cosas más interesantes y por otro, es limitado ya que sólo es un espacio de exhibición que no cuenta con atributos de inteligencia que apoyen alguna actividad más interesante.
Por eso he visto con interés la aparición de algunas señales en este sentido. Por ejemplo, desde la aparición del iPad, lo vi como el gadget más adecuado para ver televisión. Me lo imaginaba como el aparato adecuado para hacer micro-zapping, sin perder la capacidad de seguir viendo en la TV, el programa que me interesara. Esto que era pura imaginación, ya es un producto gracias a Comcast, un proveedor de cable en Estados Unidos, que tiene una aplicación que permite hacer lo que me imaginaba: ver programas bajo demanda vía una conexión WiFi, buscar en listados de programas, cambiar canales en el televisor, programar la grabación de programas.
Sin embargo, aún falta para avanzar hacia el modelo de televisión que imagino. Falta la “capa social”. Es decir, la capacidad de que lo que estoy viendo en la pantalla “sepa” que mis amigos también lo están viendo y que gracias a eso, se pueda compartitr en el televisior lo que pensamos, lo que opinamos. E incluso, que el propio aparato nos sugiera otras cosas para ver, en la que haya más personas de mis redes sociales viendo algo que me podría interesar.
En este sentido, se podría aplicar lo que, de acuerdo a Mashable, está ofreciendo la empresa Ticketmaster para la venta de entradas en ciertos eventos en Estados Unidos. Se trata de mostrar junto al mapa de los asientos del lugar del evento, los nombres de las personas que los ocuparán utilizando sus identidades digitales de Facebook. Gracias a eso, es posible ver con anticipación quiénes de mis amigos en la red social asisitrán y dónde estarán, ya sea para acercarme (o alejarme) de ellos.
Como se ve, ya está el camino la TV que quiero. Falta un poco de emprendimiento, tecnología y buenas ideas para que ocurra. Entonces, claramente, volveré con alegría al televisor.
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